- Ten cuidado. Los de los suburbios no tienen piedad.
- Exactamente eso.Es lo que quiero: ninguna piedad. A menudo me tiende el teléfono. ¿Sabes por qué? Porque se olvida. Entonces es cierto, no tiene especial compasión por mí. Sólo es grande, corpulento, tiene dos brazos, dos piernas, un cerebro que funciona, está bien de salud. Todo el resto, ahora, hoy, en mi estado, como tú dices... de dónde viene, qué hizo antes, me importan tres cominos.
- Disculpe, vuelvo sobre esto porque me intriga... eso de las orejas, ¿de verdad le gusta? ¿Si tiene las orejas rojas quiere decir que está excitado?
- Sí, así es. Y curiosamente, a veces me despierto con las orejas algo duras.
- ¿Ambas?- Sí.
¿No le dan ganas de invadir países?
Pienso en los nazis tetrapléjicos. Debía de ser raro hacer el saludo nazi...
Sólo me queda la cabeza para elevarme. Cuando el dolor me deja en paz, me queda el espíritu. Mi verdadera discapacidad no es estar en silla de ruedas. Es estar sin ella.
- ¿Dónde encuentras a un tetrapléjico?
- ¿Dónde? No sé.
- Donde lo dejaste.
- ¿Dónde? No sé.
- Donde lo dejaste.
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